viernes, 16 de mayo de 2014

Fragmentos de bar

Dos veces por semana llego al trabajo 20 minutos antes, entro en el bar de la esquina y en una mesa ya está esperando su té con tostadas un señor mayor, con papada y ojos simpáticos. Lee La Nación. Yo pido lo mío y también leo algo. Tres minutos después que yo, ingresa el otro señor mayor, de contextura más pequeña, con boina y campera matelasé azul marino. Saluda, se asoma a la barra y pide cortado en jarrito y dos medialunas. 
Desayunan juntos y pocas veces conversan, se limitan a comentarse cosas o a señalarse un titular del diario y asienten con un "sep", "aja". Hoy tuvieron un pequeño intercambio que me hizo gracia:
 
Grandote: -Esta semana te consigo la batería del audífono. 
Matelaseado: (lo mira y asiente como entendiendo).
Grandote: -Y sí, vos me prestaste un par de audífonos ya... es lo menos que puedo hacer.

El matelaseado le comentó algo más de la obra social y la calidad de las baterías, y yo me imaginé mayor y teniendo esos problemas en la cabeza. Y me volvió a dar gracia, cómo con el paso del tiempo las preocupaciones se reducen a lo verdaderamente indispensable.

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