martes, 27 de agosto de 2013

Teoría y práctica

Harald Weinrich escribió sobre los tiempos de la narración y del comentario. Distinguió qué tiempos verbales se utilizan en el discurso cotidiano (mundo comentado) y cuáles en el ficcional (mundo narrado). Dentro de la narración exponía la diferencia entre el Pretérito Imperfecto (cantaba) y el Pretérito Perfecto Simple (cantó). Observaba que el primero era un tiempo que servía como decorado, para enmarcar las situaciones principales (Los pájaros cantaban sobre las ramas, y la fronda tocaba una música como de anís), y el segundo representaba el tiempo de los hechos puntuales y principales, del primer plano, aquellos que hacían que la historia se desarrollara, siguiera, se activara (De repente, algo se vislumbró en el cielo, todo se quedó quieto y esperó). Hoy recordé toda esta teoría, cuando intenté encontrar un paralelo de lo que sucede cuando algo se termina. Los finales nunca son fáciles, para nadie supongo. Y hoy palpé el final, y tiene la textura de cuando vos y yo ya nos hablamos como le hablaríamos a cualquiera, cuando en nuestra mirada no vemos nada propio, cuando dejamos de ser únicos. El final es el final cuando ese otro que siempre apareció en colores, ahora se funde en el blanco y negro de la masa amorfa del resto. Cuando ya es uno más, como cualquier otro. Recién hoy pude reconocer que dejamos de estar en pretérito perfecto simple, dejamos de ser el motor que hacía avanzar la historia, para convertirnos indefectiblemente en un pretérito imperfecto, ese telón de fondo que se va fundiendo con el pasado.

jueves, 22 de agosto de 2013

Mi vecino el gato

Resulta que unos amigos me invitan a su casa a comer. Llego y cuando asomo en la cocina veo dos ojos relucientes que me miran con determinación. Es un pedazo de gato acodado en la ventana que da a la terraza del lugar. Es una de las imágenes de mascotas más extrañas que he visto in situ. Es una cocina con un gato asomado en el ventiluz. En lugar de un Maneki Neko hay un gato matrero. Desde allí, él espera su comida y la comparte con sus dos compañeros que son más ariscos. La historia es que estos tres muchachos fueron abandonados por su familia humana y mis compasivos amigos los han adoptado, y el señor gato muy educadamente ha comprendido de límites. A partir de aquí mi cerebro me obliga a trazar el recorrido que involucra a muchos amigos que han tenido mascotas con actitudes desconcertantes. Recuerdo a unos que hace varios años tenían un pájaro negro en una jaulota dentro del comedor. Never more. Dicho ave pasaba más tiempo fuera que encerrado. Lo extraño era que el bicho se posaba en la cabeza de cualquiera que estuviera allí. Bah, de cualquiera no, en mi cabellera no se detenía, a mí me pasaba de largo. Era muy gracioso estar sentados a la mesa comiendo, conversando y ver al tipo que iba de bocha en bocha, se paraba, mironeaba para todos lados, así tranquilo. Raro. Luego, una amiga cuyos animales (todos) fueron, son y serán particulares. Desde gatos tira moco, hasta gallos compadritos. El bronce se lo lleva su tortuga, porque se había hecho íntima amiga de la pata que andaba por el jardín. El dato de color es que la pata se acostaba sobre una raíz enorme que sobresalía del palo borracho, y ahí se quedaba por horas y horas, luego de un rato se escuchaba ruido de hojas y movimiento, y por ahí asomaba la tortuga que encaraba para el árbol. Rapidita rapidita, con mucho esfuerzo se subía a la misma raíz, juntito a la pata y ahí se quedaba la tortuga, mirando la tarde en compañía. Ninguno de estos X-Files tiene un registro más que la memoria de los que hemos sido testigos, sin embargo, los tiempos que corren han facilitado tener cámaras hasta en los coladores de fideos, así es como mi amiga me envía esta foto por correo, y en el asunto escribe lo que aquí fue elevado a la categoría de título. 

lunes, 19 de agosto de 2013

Los hombres de mi vida IV

La ginecología, gremio variopinto si los hay. Qué ardua y dedicada tarea la de encontrar al profesional apto que logre captar nuestra confianza al punto de depositar esa enorme maquinaria llamada mujer. Cuando era adolescente mi primer profesional visitado fue un señor grande que no bien me senté comenzó a charlarme acerca de lo aberrante del sexo anal: Acá vienen mujeres mayores ya, que me confiesan que el marido les pide secso anal... ¡Y claro! Si ven esas publicidades donde hay chicas en cola todo el tiempo. Mis ojos se abrían como dos platos, decidiendo al instante que yo no me iba a atender ahí, no me arriesgaría a que en lugar de una colpo el susodicho me exorcizara el útero. En ese punto entendí que mi búsqueda recién comenzaba y no sería nada fácil. Luego de distintos intentos que me llevaron desde lecciones de moral hasta descripciones fatales acerca del uso de pastillas anticonceptivas di con el hombre ideal: no espamentaba, no exageraba, no moralizaba. El tema era que amaba lo que hacía y era curiosa su forma de demostrarlo. Por ejemplo, cuando daba con la imagen requerida en el colposcopio articulaba: ¡Ahí está! ¡Perfecta! ¡Se ve per-fec-ta! Está divina. Y yo ahí mirando el techo, respirando hondo, con cara de asco a todo eso que estaba haciendo. Y, ante esos gestos, él argumentaba un: Yo he visto cada cosa que mejor ni te digo. Si no se le daba por contarte su fin de semana mientras extraía todo tipo de muestras: El sábado tuve un evento de tus pastillas... espectacular, una charla muy interesante y una comida riquísima. El tipo así, con guantes, viscosidad y aerosoles, se ponía de pie y al costado de la camilla te contaba todo, mirándote; yo ahí con el espéculo hasta el hígado tratando de adaptarme al contraste. El día que se recibió de hombre de mi vida fue aquél en el que yo hacía la pose de la cérvix manifiesta esperando un nuevo PAP:

Virtuoso del útero: Sí, esta vez te voy a hacer la biopsia.

Cérvix manifiesta: Mh, bue.

V.D.U: Pero no te alarmes que es por control nomás, para estar tranquilos.

C.M: Tá bien... por control... entiendo...

V.D.U: (buscando entre sus utensilios) ¡Uy! ¡Qué salame! Me dejé la pinza en el auto.

C.M: (ojos expresivos significando no sé qué decirte, estoy inmovilizada y sin posibilidad de darte una solución)

V.D.U: ¿Sabés qué?

C.M: (Ponele que no)

V.D.U: Voy a ir al auto que lo estacioné acá enfrente nomás, un minuto, así no lo dejamos otra vez para la próxima... vos, tranquila (me toca el brazo para darme confianza y sale del consultorio)

Yo quedo ahí, en esa posición tan poco feliz y con el silencio de consultorio. Agudizo el oído.... El tipo se fue a la calle, al auto, a buscar la pinza y yo ahí totalmente incapacitada. Escucho a la gente en la sala de espera. Qué hago si pasa algo, ¡cómo camina una con el espéculo encajado! Yo le tengo confianza al hombre pero... ¿si se olvida que estoy ahí? ¿si entra alguien? ¿si lo secuestran? Por fin vuelve y me muestra la pinza para biopsias, como si el hecho de conocer las herramientas fuera a darme más tranquilidad... era un dedo y medio de Wolverine la pinza famosa. Por qué todo lo que involucra a la salud femenina es tan atroz, me cacho en Satán. En fin, todo resultó un éxito, todo lo que hizo (como siempre) lo fue relatando en voz alta: Ahora ingreso la pinza, vas a sentir una leve molestia, corto un pedacito de muestra del tejido involucrado... ahora te pongo cicatrizante... bla bla bla bla. Este sujeto hoy ya es parte del recuerdo, las mudanzas y los horarios inaccesibles se encargaron de ello, sin embargo ocupa un lugar más que merecido dentro del ranking de hombres de mi vida.

martes, 13 de agosto de 2013

Un buen chirlo a tiempo...

Sueño: camino por una calle largamente conocida. Detrás de mí, el ex que peor se ha comportado en la historia de los amores mediocres. Yo camino y él me sigue y pronuncia mi nombre, llamándome... Me paro bruscamente, me doy vuelta y le cruzo una trompada fulminante. Me despierto sumamente aliviada. Si lo hubiera hecho en la realidad y en el momento justo, ¡la de terapia que me ahorraba!

martes, 6 de agosto de 2013

Pilatos

En ciertos lugares aún sobrevive el jabón bocha (como la mortadela pero jabón). Es curioso ver cómo las mujeres se relacionan con el mismo, dice mucho de la personalidad de la fémina. Varias demuestran una actitud como con asco. Le frotan un poco la yema de los dedos, se friegan las manos y luego se enjuagan rápido rápido, como para que salga el pecado. Otras ni lo piensan, van sólo por el agua. Por favor, querida, agarre el Valot con confianza, que no le va a hacer mal. Ordeñe el dispositivo con vigor, aunque también con cuidado, no sea cosa que lo arranque de su base. Déjese de jorobar con tanta pacatería, caramba, que estamos entre chicas y nadie la va a juzgar por falta de recato.

sábado, 3 de agosto de 2013

No amagues que oscurece

Quiero castigar fuerte fuerte a esa gente que va sentada en el bondi y juega con tu deseo de sentarte. Te ilusiona al divino botón. Vos vas parada ahí, agarrándote con una mano de algún soporte que te quede cerca, en la otra cuelga el abrigo y la bufanda que te tuviste que sacar porque nadie abre una puta ventanilla mientras los vidrios empañados chorrean*, adelante y colgada: la mochila**, vas ahí medio inmóvil, ejercitando los músculos en cada frenada que el amable chofer clava, y el hijo de perra que está sentado en el lugar que te tocaría si se levantara se la pasa amagando la bajada. Si es una mina, guarda todo en la cartera, acomoda el bolso, se saca los auriculares, hace que levanta el bote para mejorar la posición, y vos como una estúpida, sin mirar demasiado relajás contenta de que te vas a poder sentar, de que hoy sí te vas a poder sentar. Si es un tipo, se inclina para adelante y después se vuelve a apoyar en el respaldo, cabecea y mira hacia adelante como para no pasarse de parada, se inclina para agarrar la mochila o la sube a su falda y vos pensás ¡Se baja! El cuerpo solo ya se distiende. Pero, no, el muy jodido se regocija, cómodo y te presume el asiento delante de tus narices, mientras vos danzás al ritmo de los baches citadinos y las dobladas asesinas. Detesto a esa gente. ¡Carajo, dejen de hacer eso, no amaguen, si se van a bajar, bájense y punto! No quiero ilusionarme en vano en el bondi, bastante ya está la vida para eso.

* (¡abran la ventanilla, mierdas! no saben que el que sube una vez que el vehículo está lleno se tiene que fumar la mezcla de olores a pelo sucio, sobaco, boca con aliento, culo, etc. ¡Pegate una enjuagada antes de salir de tu casa!)

**(no sos tan hija de puta de dajarla colgando de atrás para que los que quieren pasar se enganchen y te arrastren hasta el paragolpes trasero)