lunes, 27 de febrero de 2012

Grafoterrorismo

Los grandes gramáticos, los eximios teóricos estudiaron el lenguaje durante siglos; Sigmund Freud gestó lúcidos trabajos sobre la comicidad, sobre el chiste; Midachi se erigió como referente de un tipo de humor argentino, mientras que del otro lado se plantó Les Luthiers; Jorge Corona hizo lo suyo; el Sapo Cativa; CQC y su humor “inteligente”; “el gomaso” y su nefanda obviedad; Cha cha cha; Peter Capusotto; Todo x 2 pesos... y la enumeración puede seguir, pero para el caso basta con esos nombres. Creo que, en general, queda claro qué es humor y qué no, en todos sus matices, supongo que nos conocemos y sabemos para quiénes resulta graciosa tal o cual cosa y para quiénes no. Por ejemplo, si una noche me tomo hasta el agua del perro, quedo re mamada y al otro día Teodoro me escribe un sms: “¿Te quedaste con sed anoche?”, salvo que yo sea una ameba del humor, voy a entender que Teodoro me está haciendo un chiste. Si, en cambio, después de quedar re borracha, me tienen que llevar a la guardia del Santojanni y al día siguiente Saroncha me envía un texto que dice: “¿Estás mejor?”, se entiende que me está haciendo una pregunta verdadera, literal. Entonces, ¿por qué putas la gente se hace adicta al jajajajajaja o jejejejejeje? Si me estás por pasar a buscar y me escribís: “Toy x salir. Ponete linda. Jajajajaajajaj”. ¡¡¡No me jejees, mamarracho!!! Se entiende que es un guiño lo de “ponete linda”, para qué mierdas me jejeás. En el caso arriba citado, el de Teodoro, vaya y pase, el jajaja queda un poco de más porque la ironía de la frase ya manifiesta lo gracioso, pero puedo tolerar su presencia. Ahora, cuando el mancebo me propone que me produzca para lucir más bella, el jajaja sobra por completo, porque no es un chiste, excepto que me quieras decir que ni con todo el ropero encima puedo llegar a embellecerme. ¿What the fuck? ¿Somos todos jejeadores, ahora, o a cada frase emitida le encontramos el matiz comiquín? “Nos vemos mañana, llevo facturas ajajajajajajaj”; “Este finde va a llover, guarda con lo que hacés, jejeje”; “Me pica el juanete, ¿me lo rascás? Jajajaja”; es cualquiera. No me aclares con la interjección que me estás escribiendo en chiste, marmota, me doy cuenta solita. Lo único que le faltaba a Chomsky, después de haberse matado durante años exponiendo lo que una oración podía significar en la profundidad de su estructura, es que vos, talibán tecnológico, vengas a hacer obvio el recurso que una frase utiliza para ser graciosa en sí misma.

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