jueves, 20 de junio de 2013

La biblia, el calefón y la ignorancia es salú

Es claro que si ponele que vos, chica de treintilargos, en lugar de escuchar una clase, intervenir, procesar la información y relacionar lo que se está diciendo con los autores que se están estudiando, agarrás y de repente dibujás caricaturas infantiloides y las mostrás de reojo y te desarmás de la risa por la ridiculez que acabás de esbozar. O, de repente, en lugar de estar presente en cuerpo y mente en una clase donde se están exponiendo conceptos híper interesantes de cara a una tesis para alcanzar un título no ya de grado sino que está por encima del mismo, ponele que vos preferís leer un pastiche pseudocómico y comentarlo a partir de cuchicheos adolescentes... vuelvo, es obvio, que si tenés esa clase de seriedad ante la formación académica que estás eligiendo por tu voluntad, me vas a decir ante un texto que analiza el arte pop a partir de la figura de Andy Warhol lo siguiente: “sho busqué las obras que menciona el autor, pero claro nada que ver a lo que pensaba... cuando leí arte pop sho me imaginé en seguida que se refería a Christina Aguilera o a Jennifer López... pero no, resulta que hablaba de Andy Warlas, y sho no lo conocía, parece que hacía arte con cosas reales, latas de tomate y esas cosas...”.

Andy Warlas.

Latas de tomate.

Jennifer López.

Y esas cosas.


¿Alguien considera que debo agregar algo más?

1 comentario:

  1. Sep. Así es. Ahora, esperáte un cachito a que verifique si el modelo "mono sabio cuarentón" nos sigue acompañando. Es del grupete que se cree iluminado porque leyó algún cuento de Cortázar de esos "medio difíciles". Hizo el profesorado por los ´80, siempre considera que debe parar la clase para acotar algo, aunque sea decir: "¡Pero qué interesante!".
    Se enteró de que podés bajar los cuentos de Poe en Internet y entró en éxtasis místico cuando empezó a mandar mails con el link para que "podamos compartir entre todos esta pequeña obra de arte".
    Ultimo detalle, pone los ojos en blanco cuando el profesor menciona a Barthes. Ella leyó en un blog un cacho de "Fragmentos de un discurso amoroso" y se sintió intelectual, sensible y un poco artista. Cursó Latín. Pero nunca llegó a comprender los adjetivos de segunda clase.
    Preparáte... Besos.
    Virgilio ;)

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