Es
algo así como una leve punción en el espacio entre el estómago y
el corazón. Digamos un chiquito más abajo que el plexo solar. Ahí
justo se siente un tironcito. Éste se conecta directamente con el
cerebro y esa combinación dispara la alarma de la experiencia. Tanta
vuelta para plantear que hoy no sé si es bueno o malo este tema de
saber lo que se avecina. Existen ciertas situaciones nuevas, frescas
e inmaculadas que, pasado un tiempito, ya empiezan a emanar señales
de déjà vu. Ahí comienza la
sensación amarga, esa que decide socavar desde el punto mencionado y
va tomando todo el espíritu. Esa precisa seguridad de que esto
también va rumbo a eso. Esa eterna película que se repite. Sí, es
así... va a pasar eso... otra vez... así es... vuelve a repetirse
como el día de la marmota... Tu terquedad y pensamiento mágico
tratan de no doblegarse. Siguen insistiendo con que no, que te
equivocás, que esta vez será diferente. Pero tu yo lee la sensación
clara del plexo y sabe que ahí está la verdad. Sí, definitivamente
va volver a pasar, tiene todas las señales que ya conocés, los
contornos ya vistos, los vacíos inconfundibles.
Sí, indefectiblemente. Esto
también va rumbo a eso.
El miedo, entre otras muchas sensaciones, pueden ser fìsicas, somáticas, crìticas, neuróticas... pero nunca son zonzas. Hay que hacerle caso siempre. Experiencia de tía.
ResponderEliminarDefinitivamente... definitivamente.
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