–A mí también me gusta andar
descalza– dijo.
No me puse ningún zapato. No soy el
tipo de persona que puede ponerse los zapatos si le están mirando el
pie. Lo que hice fue decirle:
–Entonces sacate las sandalias.
Lo demás seguramente se puede contar
de muchas maneras, pero la más honrada es decir que me acosté con
ella.
El evangelio según Van Hutten,
Abelardo Castillo (fragmento)
Llovía mucho para ser domingo. Muchacho
prolijo cruzó el umbral de la puerta y se quedó parado sobre la
alfombrita.
–Sacate los zapatos, los tenés
mojados y te va a pasar el agua a los pies– le dije.
Allí inmóvil y ante mi insistencia me
confesó casi en voz baja:
–Es que tengo una media rota, y me da
vergüenza que la veas.
Lo demás seguramente se puede contar
de muchas maneras...
es muy tierno...
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