Existen
cosas bastante extrañas en los hombres que me generan ternura. Una
de ellas es cuando usan los cordones de las zapatillas estilo Topper
muy ajustados, casi que se juntan las dos hileras de ojales, y los
cordones en un moño largo largo caen por los costados. No sé por
qué deformidad de mi psiquis, pero me da ternura y ya. Hay algo de
inocencia, no sé. Hoy, parada en el medio del colectivo, no pude
quitarle la vista de encima a un par de pies con las características
antes dichas. Miro miro miro miro hasta que escucho: ¿Me estás
mirando las zapatillas? Levanto la vista y veo unos ojos
preciosos, no por el color sino por la forma y las pestañas. Contándote los ojales, respondo. Él, ¿cuántos hay? Yo, 12.
Él se sonríe elogiando mi precisión y se excusa, Si no llegara
tarde al trabajo, te invitaría a desayunar; y yo remato, Y yo ya me
bajo... lástima. El se despide con un tal vez la próxima, y yo le
respondo tal vez, y me bajo luego de comprobar que no todo es tan
malo en los bondis.
tiernitísimo :) (también sonrío por aquí... no es solo llanto :))
ResponderEliminar