viernes, 18 de octubre de 2013

E.T.

Es dulce. Por momentos, excéntrico. Raro por inherencia. Habla bastante. Su cerebro, todo un mundo, grafica hasta el detalle más insignificante. Y su aparato fonador se encarga de manifestarlo en voz alta. Se ríe gracioso. Carece del elemento nefasto de la superficialidad. Él es. Y allí reside lo llamativo. Hace voces. Pide perdón porque sí. Tiene una nuca que atenta contra mi sano juicio. Es demostrativo and no matter what. No especula. Sabe jugar. Yo lo miro de reojo aún, por si se convierte en humano. Es todo eso y un poco más. Y me agarró distraída.

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