lunes, 26 de diciembre de 2011

Peligrosamente maternal

Ya sé que Gusti amaneció con mocos transparentes, no verdes. Además, que Luli ya dice mamá, tan chiquita y habla. O que Franquito está con caca blanda, pero el pediatra dice que es muy normal, que es la leche súper potasio, que contiene B2, A5, antiestimulante, antibacteriana y antigarcha. También, que Nenu levantó la manito… sí, dicen que es muy chiquita para levantar la manito, como que se adelantó a su edad. Toda esta sabiduría ronda el espacio laboral, los almuerzos y otros lugares en los que una puede llegar a encontrarse como por obligado, dígase reuniones familiares. Es tan invasivo para los oídos de aquellas a las que nos interesa tan poco esa parte de la maternidad y a lo que sólo podemos responder “yo tengo un gato”. Información de prepo como: uy, llora, esperá… seguro quiere una tetonga (entre nos, en dos horas lloró 25 veces, cálculo = 25 tetongas para luego concluir “seguro tiene hambre, si no comió naaada”). Mamis, aflojen por favor. No entiendo la costumbre de enviar y/o mostrar o peor aún, de sacar fotos a la recién madre. Fotos donde ésta parece un cachalote que ha parido a toda la familia Ingalls junta, con cara de “no puedo más, me sacaron un Godzilla de adentro”, “me siento como el orto”, fotos que siempre alguien de entre los presentes cree bellas, emotivas, y que son un verdadero espanto; la mujer tiene cara de parturienta, está en un hospital: sí, hos-pi-tal, que por más que sea la SwisLaudoServer es un hospital, gente. Le sacan foto a la criatura, ok, sí, entiendo, conmovedor, tierno… ahora, no me obligues a mí a mentirte cuando la mire, diciendo cosas como “¿no es hermoso?”, “igualito a Julio, ¿no?”, “sí, una ricura”. Es un bebé recién nacido, todo morado con esa pelusa pegada, tiene partes como escamosas. Sí, he visto bebés recién nacidos y no son hermosos así recién nacidos. Por lo pronto, tampoco entiendo esa necesidad e impunidad de que la caca del bebé, su medida, color, textura, densidad, intensidad, frecuencia, paspado y demás cosas totalmente nauseabundas sean tema principal de conversación. Mire vea, mami, cosas como se le salió el tapón mucoso; no, claro, al mío se le cayó el ombliguito al mes; ay sí, hizo provechito, uy aplaudamos; no, le miro la caca todos los días; hoy no hizo blando, ¿viste amor?; sí, Roxy programó la cesárea porque el médico se lo recomendó; uy, la mía ya tiene 17 meses (¿?). Por favor, gente, por qué eso está permitido, da ternura y cuando una en el momento de tener un chico ajeno en brazos y la criatura manifiesta un extraño movimiento en la pancita, dice: “Mmm, no, sí, tomá… me parece que le cayó mal el yogurt”, en un arrebato de peligrosidad, hay miradas de reproche, o revoleo de ojos que significan “esta chica siempre igual de delicada”. 
No quiero saber si tu chico es el más inteligente de todos; me da exactamente igual si dibujó un sol cuadrado o uno triangular, Picasso ya murió; me tiene realmente sin cuidado si tu marido es un inepto que no sabe cómo cambiarle un pañal, quizá si por una vez lo dejaras hacer…; me sopla tres belines si eso es zapallo o polenta, por favor dame un repasador que lo quiero sacar de mi pollera.

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