miércoles, 27 de junio de 2012

Parada, chofer

Muchas son las maneras que uno tiene de clasificar a la gente, lo revelador es encontrar una nueva. Hoy descubrí algo interesante al respecto: teniendo en cuenta a todas las personas existentes pueden trazarse dos patrones relacionados con el transporte público. Existen quienes, al subir a un colectivo, subte o tren vacíos y a pesar de que su trayecto implique pocas cuadras o estaciones, ocupan un asiento sin más consideraciones. Se sientan, se apropian de su lugar sin importar que ese estado dure cinco minutos. Hay otros que en la misma situación permanecemos de pie y cedemos las butacas a quienes emprendan recorridos más prolongados, con la errada idea de “para qué si ya me bajo”. Y aquí viene el hallazgo: los primeros son los que entendieron el mundo al dedillo y quienes están destinados a la felicidad; los segundos aún estamos intentando poder algún día dar el paso sin importar lo que dure el viaje.

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