lunes, 27 de agosto de 2012

Artefacto

A mi entender, el avance tecnológico venía a mejorar y facilitar cuestiones que antaño (o no tanto) resultaban engorrosas e incómodas. De allí que el teléfono celular fuera además de la puerta de ingreso a la constante y eterna conectividad, la salvación a miles de cables, fichas de entrada y salida. Bien, hace un tiempo comprobé hasta dónde llega la pulsión pro consumo. Ahora no sólo hay que poseer el último modelo de celular: ancho, con botonitos ocultos, pantalla táctil, doble airbag, antideslizante y ultrasec. Ahora, además, las chicas tech le incorporan al miniaparato un tubo de colores estilo Entel, para hablar más cómodas. Sí, como leen. En la carterita, junto con el iPhone, iPad, iGarch, iChot, el celu se guarda al lado de un tubo de teléfono tamaño 1990. Pero, clá... yo no entiendo nada. No son tubos tipo Entel, desubicada. Son flúo, animal print, trendy, retroiluminados. Pregunto, ¿qué sigue? ¿Un winco con aplicación Apple? Qué paradoja: el futuro que trae lo nuevo es la clave, pero las cosas no paran de volver del pasado.

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